sábado, 12 de noviembre de 2011

"Los Guardianes Del Poste"

“Los Guardianes Del Poste”
(Esquinando)
Cada día cual si fueran mercancía de pacotilla, asistían puntuales a la cita con su destino; un destino que les era esquivo y escurridizo, que muchas veces les tiro al piso la moral frente a todos, haciéndoles pasar frustraciones y no en pocas ocasiones humillaciones…

En grupo hasta el más tímido era atrevido y valentón, pero igual no faltaba quien se quis ...iera pasar de cabron. Un cuarto antes de las seis, uno a uno se iban sumando en aquel mismo lugar, en el que día a día, se reunían sin hacer ningún daño a terceros… En el que año tras año el tiempo les parecía un viejo ermitaño al que se les antojaba de vez en vez sobornar. Entre bromas, chistes subidos de tono y uno que otro piropo, veían a las chicas pasar, que se ensayaban a caminar con zapatos altos y al verlos apresuraban el paso y en su nerviosismo tropezaban. El desfile de las musas empezaba a partir de las seis luego de la jornada de trabajo, justo cuando el cielo se empezaba a bordar de estrellas, las flores dejaban sentir sus perfumes y dejaba sentir ese frio sabroso, que provoca que se antoje un café.

Pero antes de aquellas reuniones informales, los muchachos ya habían cumplido con su jornada; llegaban presurosos y se bañaban a puro guacalaso, si aun no había llegado el agua. Luego se empinaban el café que acompañaba a aquellas deliciosas chapurradas, un plato de frijoles volteados y platanitos. Poco después presurosos se despedían y cuando llegaba el papa y preguntaba por ellos, la mama replicaba: -Ese pata de chucho solo tramo y a la esquina se largo, si solo aplanando calles vive, puro guardián del poste parece, como si selo fueran a robar…En aquellas reuniones no faltaba el bohemio que cantaba a capela, el que repetía los dichos y diretes de la abuela y las cosas que no aprendió en la escuela. Y allí es quineando chuleaban a las patojas, que alguna veces los esquivaban y otras veces se mordían los labios para no reírse ante sus ocurrencias.

Para muchos aquellos muchachos, no eran más que los vagos de la esquina, alzados sin oficio, ni beneficio…Pero ellos tomaban esos comentarios gratuitos como parte de la propina, porque el pago verdadero lo constituirían esos recuerdos duraderos que los acompañarían el resto de sus vidas. Ya que cada vez que una de aquellas doncellas les sonreía, una estrellase caía y se posaba en su mirada y más de una vez así empezó una historia de amor.
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