sábado, 30 de noviembre de 2019

“Así empezaba diciembre en la colonia”

“Así empezaba, diciembre en la colonia”
Ser parte de una cuadra, era pertenecer a una familia...

Ya desde hacía más de un mes, las clases habían concluido y las calles ahora eran, un perpetuo parque de recreo, donde los patojos no se cansaban de jugar, las chicas de coquetear y los muchachos de conquistar. El frío se empezaba a sentir, el ambiente de la navidad, estaba a la puerta.

Siempre había un vecino chispudo, que organizaba a los patojos y a los jóvenes, a fin de limpiar, pintar y adornar la cuadra, para las fiestas de fin de año, en las que nunca faltaba el vecino que te invitara a un tamal, el que te diera una taza de ponche con piquete y los que tapizaban las aceras con cohetes.

Se solía hacer una colecta, se calculaban los gastos y  se dividían por casa, con el propósito de que todos aportaran de forma equitativa. Nunca faltaban quienes en verdad no podían o daban una parte y unos poco, que no eran partícipes, Pero como fuera las cuadras para diciembre, estaban adornadas con flequillos de iban de casa a casa, las aceras limpias y pintadas y para las meras fechas, el pino, cuyo aroma se mezclaba con el de la pólvora, los tamales y el ponche, aquel popurrí de aromas eran inconfundible no solo de la navidad, sino también de ese espíritu de compartímiento.
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Foto: Matz Sagastume

lunes, 18 de noviembre de 2019

***Seño Rosita, en tu cumpleaños***

***Seño Rosita, en tu cumpleaños***
Hoy que es tu cumpleaños,
es justo reconocer,
que eres un ángel de mujer,
que con tu toque amable,
no solo educaste, sino
cambiaste muchas vidas.

No fueron solo tus lecciones
en el salón,
 sino esas cosas que tocan
y se guardan en el corazón.

Seño Rosita, hoy en tu cumpleaños,
elevó una oración de gracias,
por tu vida y por esos campos
donde sembraste semillas,
que hoy son flores que contemplas.

Porque es Justo reconocer,
que tus sabios consejos
y tus lecciones de vida,
cambiaron mi vida...

Gracias por tu presencia,
gracias por tu existencia
y que Dios me permita,
volverte a encontrar,
para poderte abrazar.
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Foto: Oswaldo Morales

viernes, 15 de noviembre de 2019

“Al salir de la escuela”

“Al salir de. clases”
El recreo y la hora de salida, era lo mejor de aquellos días de escuela, pues al salir te podías divertir.

Aún escucho el bullicio de los chicos, al sonar el timbre de salida, las maestras nos llamaban al orde, nosotros metíamos sin ningún cuidado, los lápices y cuadernos en el bolsón, se agitaba el corazón y llenos de emoción, esperábamos, nuestro turno para salir.

Una vez afuera, le dábamos rienda suelta, a toda aquella energía y ganas de jugar o aventurar;  algunos le compraban mangos verdes a Don Tin, otros se gastaban los centavos, alquilando aquel aparato, que parecían lentes espaciales, que al ponerle las diapositivas a la luz, permitía ver imágenes, de personajes de moda, los miraban despacio y hasta se repetían las pasadas, mientras otros esperaban con impaciencia su turno. Si se contaba con unos centavos extras se alquilaba otro cartucho para ver otro contenido. El aparato carecía de sonido o de imágenes en movimiento, pero era algo divertido, que se disfrutaba y la imaginación volaba.
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jueves, 14 de noviembre de 2019

“La tele de todos”

"La tele de todos"
Se sentaba frente al televisor y empezaba a zapear, matando el tiempo...A veces en la sobre abundancia, se pierde el encanto, de aquello que tanto se deseó.

Han quedado atrás aquellos años, en que solo habían 3 canales de televisión, en los que sólo uno o dos hogares en la cuadra tenían tele.  Esos tiempos cuando era una bendición, que te dieran permiso de ver, un programa de televisión.

Aquello más que una limitación era una estupenda ocacion, para compartir con los cuates de la cuadra. Aquellas reuniones eran una fiesta, donde la orquesta, eran las risas de los patojos, que como piojos, se sentaban en torno al televisor...

Quien no recuerda a don Migue, a don Max o a a ese señor a todo dar, que nos invitaba a su hogar y su señora, dándonos la bienvenida, con la advertencia ¡Patojos no me vayan a ensuciar! Sino no los volvemos a invitar.

Como olvidar aquellos primeros amores de televisión, que no eran más que una boba ilusión  o aquel suspenso y emoción de chiquillo, viendo aquella película o la serie de moda y justo cuando estaba de lo mejor,  venía el apagón, que usualmente dañaba alguno de los tubos y nos dejaba sin televisión, por un mes.Entonces la sala volvía a estar vacía y las calles llenas de patodos retozando, hasta que un día, alguíen gritaba a todo pulmón ¡Ya arreglaron la televisión!
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Esa cota con el destino...

Y allí andaban los muchachos en la tienda, comprandose chicles en la tienda de la esquina,
previo a esa cita con el destino...
Si les iba bien regresaban silvando
y sino se metían el resto de chicles
a la boca y con la caja vacía hacían
una melodía.
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martes, 12 de noviembre de 2019

“Cuando la creatividad, no tiene edad”

“Cuando la creatividad, no tenía edad”
En aquellos años, no me enteré si éramos pobres o no, pues la vida estaba llena de tanta riqueza...

La casa estaba llena de tesoros y no nos faltaba imaginación, en esos años en que la creatividad no tenía edad, bastaba abrir la caja de herramientas de papá, para encontrarse con un arsenal, que ponía a burbujear la imaginación, como un Alka Seltzer. Y no digamos abrir el cofre de tesoros de la abuela y esperar con impaciencia a que se terminara el hilo, para hacerse del carizo , para luego poder construirse con el, un hermoso capirucha con ese toque personal.

Nuestra generación no se endeudaba, soñaba... No había dinero para comprarlo todo, pero si mucha creatividad para hacerlo y lo mejor de todo era que hacerlo era diversión pura y satisfacción, y no digamos jugarlo y compartirlo.
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miércoles, 6 de noviembre de 2019

“Aquellos juegos de la infancia”

“Aquellos juegos de la infancia”
No, en aquellos tiempos no habían videojuegos, ni internet , pero el ingenio y la creatividad sobraban...

Parafraseando, aquella canción: “Buscando en el baúl de los recuerdos, cualquier tiempo pasado, nos parece mejor” y yo no sé, si esos tiempos fueron mejores o no, pero si tuvieron su encanto. En aquellos años, vivíamos los tiempos de eterna ilusión. y esa ilusión nos hacía ser creativos, ahorrativos y sobre todo nos invitaba a compartir.

Nos bastaban unos clavos, una tabla, hilo, un bolígrafo y un cinco o canica, para construirnos aquel juego tan entretenido, que bien podíamos jugar solos, pero siempre era mejor jugarlo con otros.

La felicidad, no salíamos a comprarla, la construíamos con creatividad y nuestras manos, y se multiplicaba cuando la compartíamos.
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