“Francisco Roberto Hernández Meléndez”
En los caminos de la vida, cuando vamos de subida y la cumbre se vuelve empinada, la mano de Dios se tiende, en la mano del amigo que entiende las dificultades de la vida…
A Roberto le conocí en esos años en los que uno se va despidiendo de la adolescencia y justo cuando la inconsistencia de los pensamientos necesitan claridad. Me lo encontré en la Comunidad Camino del grupo JR de la colonia. Siempre tan servicial y esa disposición a ayudar, que la vino a heredar de una familia que es así.
Encontramos puntos en común, ambos en esa búsqueda de lo que es sencillo y más profundo y trasciende la existencia; ambos con esa conciencia de lo valioso que es encontrar a un buen amigo. En mis primeros años de universidad, el con esa sobriedad me mostró otros caminos donde la gente trabajadora y sencilla se abre paso en la vida.
En su casa siempre me sentí bien recibido, le gustaba jugar al futbol y era jugador de pierna fuerte, como su carácter que se hacía apacible cuando brindaba su amistad. El y su familia son de esos que me llenan de felicidad, cuando los visito, porque la riqueza que comparten no proviene de las cosas que poseen sino de su calidad humana.
Oxwell L’bu
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