“Cuando salíamos a traidear”
Aquello era sentir que se nos subía la adrenalina, cuando veíamos pasar a aquella chica, que nos hipnotizaba con el va y ven de su falda, las calcetas arremangadas a los tobillos, abrazando unos libros, fingiendo, que no presentía que la seguía…
Si, uno se peinaba una y otra vez, se cepillaba con insistencia los dientes, se untaba la loción de papá, repasaba una y otra vez lo que le iba a decir y se metía un chicle en la boca, pues su sonrisa provoca quererla besar.
Según uno, salía a traidear con el mejor argumento, metiéndose cuento y poniéndose lo mejor que tenía, como queriendo impresionar.
Cuando salíamos a traidear, no había mejor momento o lugar, que aquel donde nos podíamos encontrar, con la chica que nos movía el tapete… Aquel era el momento por el que uno esperaba todo el día, contando las horas, pidiéndole al destino que la pusiera en nuestro camino y deseando con un ferviente corazón causarle una buena impresión.
Es que salir a traidear, era un asunto serio, era jugarse la vida, pues sin saberlo uno estaba escribiendo los momentos más sublimes e inolvidables de su propia vida.
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#Traidear
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