“Al alzar la mirada…”
(La cuaresma en Guatemala)
Cuando era un chiquillo, con esa alegría de quien acude puntual a su cita del día y lleva escondida una flor y entre garabatos, en una hoja de papel sus intentos de poesía, para dejarlos en el altar, donde Ella lo espera… Más al levantar la vista, parecía haberse ocultado, tras un velo morado, lo cual no comprendía.
La llegada de la cuaresma, en aquel lugar de casitas iguales con pequeños jardines que florecen todo el año como si fuera el mes de abril, era una época del año, donde muchas cosas se tornaban de un color diferente. Todo iniciaba con la misa, del miércoles de ceniza, en la cual se hacía hincapié, en que aquel era un periodo de penitencia y ayunó. Y allí se veían a los patojos en las cuadras con la señal de la Cruz en la frente, como quien dice, en la misa yo estuve presente… Se nos amonestaba si uno gritaba y más aún si se proferían palabras soeces. Se nos decía que no deberíamos consumir carne los viernes(por lo cual el señor de la carnicería optaba por vender pescado) y el abstenernos de hacer travesuras.
El padre Antonio, un sacerdote de costumbres muy arraigas, durante este tiempo mandaba a cubrir las pocas imágenes, que había en la iglesia con velos morados, con lo cual parecían que los Santitos estaban esperando a ser enterrados. Tampoco habían flores en la iglesia y un ambiente entre solemnidad y formalidad se apoderaba de las calles.
Por esos años el padre Antonio, apoyado por un grupo de feligreses, los scouts del grupo 51 y los bomberos voluntarios,empieza a sacar en procesión la imagen de un nazareno por las calles de la Colonia. Para lo cual había conseguido un anda, que le había sido donada por la iglesia del calvario, pero era sumamente pesado y no contaba con muchos cargadores, por lo cual se hizo un anda improvisada y decidió sacarla en la cuaresma, pues en Semana Santa, la mayoría preferían ir a ver los grandes cortejos procesionales en el centro de la capital o la Antigua Guatemala, ademas que otros aprovechaban para vacacionar.
Tiempo después, el grupo llamado de los carismáticos, el cual estaba compuesto principalmente por muchos niños y jóvenes de la Colonia, empezaron a realizar los via crucis a lo largo y ancho de la Colonia de calle en calle, de avenida en avenida, pasando por todos los callejones.
Por todo eso, al alzar la vista, en la iglesia, las imágenes parecían ausentes, porque como decía el padre Antonio, toda nuestra atención y corazón deben de estar volcados, en el que con su pasión, muerte y resurrección, ganó nuestra salvación.
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