. “Carlos Santiago Motta Taracena”
Corrían la década de los ochentas, con su música disco, luego vino el break dance y allí andaban los muchachos de la colonia en los repasos, tras las muchachas, tratando de cambiar un 21.
Muy temprano por la mañana, antes de que amanecería, se veía, a los muchachos, corriendo el periférico de la colonia (quinta y séptima avenidas hasta llegar al fondo de la colonia). Allí andaba aquel muchacho de complexión delgada, pequeño de estatura, siempre con el mismo pants y los tennis ya gastados de tantos kilómetros recorridos. El soñaba con los ojos abiertos, mientras trabajaba en aquella imprenta y por las noches asistía, a la escuela nocturna, en la instalaciones de la escuela Darío Gonzales.
Carlos tenía un sueño y era el que ser un boxeador, quizás hasta llegar a ser un profesional de este deporte, aunque sabía, que aquello era un camino cuesta arriba. Pero mientras soñaba se preparaba con ahínco, con esa determinación que tenía en el corazón. Vivía junto a sus hermanos y sus padres, en las una de las casas que quedan al fondo de la colonia por la 24.
El muchacho trabajaba y estudiaba y en sus tiempos libres entrenaba, esperando esa oportunidad, que le abriera las puertas. Está un día llego y el no lo dudo, se había preparado por años, en silencio, sin el acompañamiento de la prensa o de un patrocinador, así que no tenía opción, en lo que hiciera tenía que ser el mejor.
Su oportunidad vino, en el evento de los Guantes de oro ACD donde tuvo, una destacada participación, la cual le valió para formar parte de la delagacion, que representaría al país en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles USA en 1984.
Participar en una olimpiada, no es un sueño que se logra de la nada...Y más aún el hacerlo de forma destacada, todos aquellos años de entrenar en silencio, sin los reflectores que deslumbran, de soñar tocando el cielo, sin perder conciencia del suelo, estaban a punto de dar sus frutos. Ya en la competencia olímpica, Carlos Motta demostró desde un inició, que no era un competidor más, que era alguien a quien se debía tomar en cuenta, por su tesón y entrega. Su primer contrincante fue un turco al que venció por decisión unánime, en su siguiente pelea se enfrentó a un keniano a quien venció, por decisión dividida; poco a poco Carlos se iba acercando a la presea olímpica y con el todo un país, ponía su esperanza, en este muchacho que pese a su corta estatura y menor alcanza de los brazos, sabía imponer su estilo y coraje.
Aquel 8 de agosto de 1984, Guatemala se paralizó, para ver aquella pelea, que de ser ganada por Carlos, le daría mínimo la medalla de bronce y con ella la primera presea olímpica para el país. En la Colonia, en todas las casas se tenia en sintonía el mismo canal, esperando la pelea y los que no tenían tele, corrían a la casa del vecino para poder ser testigos, de aquel acontecimiento histórico, para el deporte guatemalteco. Cuando la pelea empezó, los nervios se apoderaron de todos, principalmente al ver al contrincante(José Marcelo Bolivar de Venezuela) el cual superaba con creces en estatura y alcance de los brazos a Carlos Mota, pese a ello le dio pelea y nunca recurrió a refugiarse en las cuerdas, terminó el primer round y Carlos se veía completo y salió con más ímpetu al siguiente asaltó. Al terminar la pelea, no solo por simpatía, sino porque dio pelea, todos esperábamos un resultado favorable, pero no fue así, el venezolano había sido declarado vencedor y con eso, el sueño de la primera presea olímpica se desvanecía.
Por días en las esquinas, en los callejones, en el mercado, en las escuelas y los buses, se hablaba de la pelea, casi se revivían las acciones y se lamentaba el resultado, el cual en general se consideró injusto.
Días después, el país, así como la Colonia se preparaba para recibir a Carlos Motta. Aquel jueves
16 de agosto de 1984 el país estuvo de fiesta y no se diga la Colonia, donde las discos rodantes, organizaron bailes en las calles y las principales fueron saneados y adornadas para recibir a este personaje destacado. El cual demostró con hechos, que en la Colonia primero de Julio, hay generaciones que trascienden y siguen trascendiendo.
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