“Esas calles, que no recuerdo II”
Si, a veces los recuerdos, son como fotografías en blanco y negro, que van adquiriendo color, cuando los recuerdos tocan el corazón…
-No, no me pregunte por el nombre de mis vecinos y amigos, porque no los recuerdos, pues patojos al fin, nos llamábamos por motes o apodos. - Entonces como usted, quiere escribir, sobre cosas que no recuerda y su cronología de los echos no concuerda.
Es verdad, mis memorias no son exactas, pero tampoco facciosas, porque son vivencias con nombre y apellido, aunque la memoria tenga esos hoyos negros como los del universo, que nadie puede negar su existencia. A veces me vienen esos ecos de muchachas hermosas, caminando por los callejones con sus zapatos de gallina, que se asemeja al sonido de soldados guardando el paso era tan hermos verlas caminar y como se empezaba a menear.
Recuerdo la sombra de los techos de duralita, que parecían gárgolas tomando el sol o la sabida y la bajada del instituto en la que los patojos Samoa amos la carrera. Y al padre Antonio en su afán de construir una basílica.
Ah, esa escuelita, que a pesar del abandono su primavera no se marchita, porque es la primavera de niños que empiezan la vida. Si, lo sé mis memorias son un popurrí en desorden, pero que desorden más hermoso.
Las fiestas celebrando cumpleaños, los guardianes de los postes y nosotros de patas de chucho., buscando un repaso y de paso ver como esas flores se iban embelleciendo.
Es verdad, esas calles, ya no las recuerdo, pero las anhelo y tengo el consuelo de escribir mis memorias, ahora, que aún las conservo.
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#Historias
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