“Esas calles, que no recuerdo III”
Se vió al espejo y no se reconoció…No por lo que habían hecho los años, sino por lo que el había dejado de ser, desde hace algunos años.
-Usted lo que debería de hacer, es reinstalarse, con su presente, para que su mente deje de joderlo y entreterlo, tratando de recordar, lo que ya olvidó. -Pero dígame por vida suya, que hago yo, con eso que le es recurrente a la mente y el corazón.
Es que cuando lo recuerdo lo estoy viviendo, esas idas a barranquear, quien las puede olvidas, con todo y sus aventuras y premuras, ir a traer el chirivisco y el camino ver a jóvenes retozando sin comprender a cabalidad lo que hacían… En las canchas de fútbol y básquetbol, ver poner garra y corazón en los encuentros. Ir a volar barrilete, aprender a hacer el revilete y cuando caía la tarde escuchar aquellas increíbles historias, que provocaban que la mente fabricara sus propios demonios. Y la Semana Santa, con su solemnidad, pero también con esas cosas propias de la edad, como las de quemar a Judas y hacer alfombras.
Si lo recuerdo, desde la terraza de la casa, contemplar el amanecer o al anochecer, ver como una estrella se posaba en la cruz de la cúpula, mientras la luna bostezaba y una niña por primera vez se enamoraba.
Y esos primer dias de escuela, que fueron un dolor de muela, pero que aplicándose un poquito, pasaron a ser vivencias a las que uno quisiera volver y como no querer volver y ver a la primera niña que te gusto, pero que con otro se empató o esa manía de escribir versos que escondías.
Lo sé, no se puede vivir del pasado, pero porque renunciar a él, si sin el, el presente está vacío…
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