“Cuando subíamos del barranco”
Aquellas expediciones al barranco, eran toda una odisea de aventuras, con sus premuras…
Muchas veces salíamos de muy mañana; comer algo y salir a barranquear era de lo primero que pensábamos al despertar. Porque ir a barranquear, era estar con los amigos, inventar y compartir aventuras, con el pretexto que ir a cortar el chirivisco, para la mentada quema del diablo(el 7 de diciembre).
Nos pasábamos prácticamente, todo el día en ese gigante zanjón, que nos llenaba de emoción. Lo hacíamos felices con la adrenalina a mil, porque en nuestra locura no medios los peligros, sino el tener algo que contar.
Luego de potranquear, había que regresar, pues empezaba a obscurecer, hasta entonces, buscábamos el chirivisco seco y lo cortábamos, no sin antes pagar el importe, que nos cobraba, como las raspaduras y esa sensación de quemadura que iba hinchando la piel. Pero regresábamos felices arrastrando el botín que el 7 de diciembre ardería en el festín.
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Foto: Héctor Gaitan
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