“Los enredos de patojo serote…”
El patojo salió a hacer un mandado, pero el muy despistado, se quedó quemando cohetes y verá usted lo qué pasó…
Antes de que dieran las seis, a puro guácalaso, con agua fría se bañó y como mucho frío sintió, se acurrucó en la toalla y el jabón en las orejas se dejó. Luego se puso la ropa que para navidad iba a estrenar(que prácticamente era el uniforme que a partir de enero en la escuela iba y usar) y como le picaban la patas, por salir con los de la cuadra a potranquear, la mamá lo mando a hacer un mandado.
Sampo la carrera y como un correcaminos a la calle se dirigió y allí se encontró con los amigos que le esperaban. Habían comprado un paquete de cohetes de a quetzal, el aroma al tamal, ya se sentía y a los patojos el corazón les latía, ante la gana de ponerse a guerrear. Así fue, se repartieron los cohetes y le pidieron a un adulto que les encendiera un cigarro y se pusieron a guerrear. Pero los cohetes se acabaron.
Así fue que, el gordo pidió el ajuston y el patojo serote le dio lo del mandado, del cual ya da había olvidado y se fueron a comprar canchinflines. Felices y alborotados reiniciaron la batalla. Los canchinflines volaban y explotaban, algunos muy cerca de sus ropas, hasta que finalmente estos también se terminaron y calabaza, calabaza cada quien para su casa.
Feliz iba el patojo serote,sin el mandado y sin el pisto y sin notar las quemaduras de la ropa recién estrenada. Llegó como si nada y la mamá encabronada, le pregunto por el mandado y al verlo todo quemado se quito la chancleta y el patojo corrió mas rápido,de que si fuera en bicicleta.
Hoy al recordarse, se caga de la risa y recuerda esa camisa, que usó como una insignia y que aún conserva como un trofeo, fiel testimonio, de haber sido un veterano reconocido en la guerra de los canchinflines…patojo serote.
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