“Haciendo el nacimiento’
Desde que Francisco de Asís, recreará el primer nacimiento o pesebre en la Ermita de Geccio Italia y tiempo después fuera traído a Guatemala y de allí al continente, por el hermano Pedro; hacer el nacimiento es más que una tradición, es una celebración de fe.
En aquellos años, antes que el plástico hubiera invadido la navidad, los nacimientos se solían hacer con elementos naturales, para su elaboración, se solían usar cañas de bambú, musgo, aserrin teñido de colores, las figuras solían ser de barro, la imagen del niño Jesús de madera tallada y se le adornaba con rosarios de manzanilla, pascuas y pino.
Los patojos y muchachos se apuntaban, para ir a conseguir algunos de dichos elementos a los barrancos, donde aparte de divertido era toda una aventura y las demás cosas se comprueban en los mercados de los barrios.
Y allí se vain venir a los patojos de los barrancos, felices, pues aparte a haber aventurado, sentían que había colaborado, para hacer el nacimiento. Con el corazón contento, por lo regular, la totalidad de la familia y uno que otro colado, se involucraban, en el diseño y hechura del pesebre.
El aroma del pino, el musgo y la manzanilla se sentía al nomás asomarse a la puerta. Pero los rosarios de manzanilla, con forme los días pasaban, se iban diezmando, pues los patojos se las comían de contrabando, al punto que al llegar la noche de navidad, ya casi solo los hilos colgaban y la mamá iba corriendo al mercado, para comprar otros, con la advertencia de que los que traía tenían chile y de esa forma disuadir el apetito voraz de los patojos.
Cada nacimiento constituye una postal, del espíritu navideño y la fe de los chapines.
Oxwell L’bu copyrights 2019
Desde que Francisco de Asís, recreará el primer nacimiento o pesebre en la Ermita de Geccio Italia y tiempo después fuera traído a Guatemala y de allí al continente, por el hermano Pedro; hacer el nacimiento es más que una tradición, es una celebración de fe.
En aquellos años, antes que el plástico hubiera invadido la navidad, los nacimientos se solían hacer con elementos naturales, para su elaboración, se solían usar cañas de bambú, musgo, aserrin teñido de colores, las figuras solían ser de barro, la imagen del niño Jesús de madera tallada y se le adornaba con rosarios de manzanilla, pascuas y pino.
Los patojos y muchachos se apuntaban, para ir a conseguir algunos de dichos elementos a los barrancos, donde aparte de divertido era toda una aventura y las demás cosas se comprueban en los mercados de los barrios.
Y allí se vain venir a los patojos de los barrancos, felices, pues aparte a haber aventurado, sentían que había colaborado, para hacer el nacimiento. Con el corazón contento, por lo regular, la totalidad de la familia y uno que otro colado, se involucraban, en el diseño y hechura del pesebre.
El aroma del pino, el musgo y la manzanilla se sentía al nomás asomarse a la puerta. Pero los rosarios de manzanilla, con forme los días pasaban, se iban diezmando, pues los patojos se las comían de contrabando, al punto que al llegar la noche de navidad, ya casi solo los hilos colgaban y la mamá iba corriendo al mercado, para comprar otros, con la advertencia de que los que traía tenían chile y de esa forma disuadir el apetito voraz de los patojos.
Cada nacimiento constituye una postal, del espíritu navideño y la fe de los chapines.
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