“Cuando las chicas se iban de capiusa”
No era común, ver a las chicas de capiusa, pero cuando lo hacían, siempre andaban en grupo o con el novio, que a base de ruegos las convencia.
El vaivén de sus faldas escolares, las medias arremangadas y sus caritas de margaritas asustadas, las delataban, no era que no hubieran clases, no era que habían salido temprano, era que se habían escapado, ya sea con su enamorado o con sus amigas.
Y contrario a los varones, que se iban de capiusa, para ir a jugar a las máquinas de videojuegos o para meterse al cine o jugar una chamusca con su cara de asustados, ellas lo hacían sin pena y se les veía en la sexta o los centros comerciales, vitriniando o comprando joyas de fantasía o baratijas en los bazares. Siempre en grupos de tres o más, siempre con esa mezcla de coquetería y timidez.
Oxwell L’bu copyrights 2019
No era común, ver a las chicas de capiusa, pero cuando lo hacían, siempre andaban en grupo o con el novio, que a base de ruegos las convencia.
El vaivén de sus faldas escolares, las medias arremangadas y sus caritas de margaritas asustadas, las delataban, no era que no hubieran clases, no era que habían salido temprano, era que se habían escapado, ya sea con su enamorado o con sus amigas.
Y contrario a los varones, que se iban de capiusa, para ir a jugar a las máquinas de videojuegos o para meterse al cine o jugar una chamusca con su cara de asustados, ellas lo hacían sin pena y se les veía en la sexta o los centros comerciales, vitriniando o comprando joyas de fantasía o baratijas en los bazares. Siempre en grupos de tres o más, siempre con esa mezcla de coquetería y timidez.
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