sábado, 3 de abril de 2010
"Domingo de Resurreccion en la Colonia"
“Domingo de Resurrección en la Colonia”
Aun se siente en el ambiente , el olor a pólvora y resuenan en los valles que forma el barranco de las Guacamayas las palabras y las carcajadas de los patojos al escuchar el mentado “Testamento de Judas” que entre chistes y bromas pone de manifiesto las antipatías, alegrías y hechos insólitos de los vecinos de la cuadra…Algunos apenas retornan del puerto con la espalda quemada que no aguantan que se la toquen…Otros por el contrario han pasado por días preparando los materiales para plasmar su arte en las alfombras de aserrín y flores. Han tenido con diligencia el aserrín cuyos colores aun permanecen en sus manos…Han ido a los diferentes mercados de la ciudad en busca de las más hermosos flores, el corozo y el pino; han confeccionado con absoluta precisión y arte los moldes, han medido, han calculado…
Para eso de las seis de la tarde es como que si la Colonia, fuera una quinceañera que se engalana… Se limpian todas las calles, se encalan las aceras, se hacen los primeros trazos, se ponen moñas color amarillo y blanco en los balcones de las casas, algunos hacen pequeños altares con flores en honor al Resucitado. Y a la Madre. Los últimos detalles del anda que llevaran en procesión a Jesús Resucitado patrón de la Colonia y a la Madre, se realizan, la iglesia es limpiada con diligencia, el altar se llena de flores, las calles principales se cierran, se hacen los primeros trazos de las alfombras, en alguna de las casas de la cuadra los vecinos se reúnen para discutir los últimos detalles de la confección de la alfombra.
Un viento tibio abriga a la Colonia, la noche va cayendo y despliega su manto de estrellas, la luna es como una novia vestida de blanco… Los patojos corriendo, las mamas apurándolos, las campanas de la iglesia repican una y otra vez anunciando la misa de Resurrección. Con garrafones de agua que a las doce se transforma en bendita, los patojos van a misa, impacientes por escuchar la noticia de que el Cristo ha resucitado y doblen las campanas, y se escuchen los cuartetillos y bombas que retumben hasta el corazón…
Aquella noche es de fiesta, la música se deja escuchar por todas las calles de la colonia, es una fiesta donde todos han sido invitados. Durante el resto de la noche cientos de manos se unen con un mismo objetivo el de dar honra al Resucitado a través de su arte, arte que dura solo un momento pero que es realizado con Amor y devoción a su patrono.
La imagen de Jesús Resucitado de la iglesia de la Colonia Primero de Julio fue esculpida en los talleres de Julio Dubios por el escultor guatemalteco Don Carlos Enrique Barrillas a solicitud del párroco de ese entonces, el padre Antonio Trabadelo.
Al llegar la alborada las campanas de la iglesia repican nuevamente, el Resucitado está a punto de salir en procesión por las calles de la Colonia. Aun esta obscuro pero las calles están iluminadas no solo por los bombillos, sino también por esa alegría y emoción que florecen cuando está de fiesta el corazón. Los patojos saltan de alegría, las mamas los llaman a la cordura y les piden que se persignen…Del hermoso templo sale en majestuosa procesión llevado en hombros la imagen del patrono de la Colonia, entre cantos de alegría que se acompañan con la música de una banda que va tras el cortejo procesional, los vecinos de la Colonia uno a uno se van sumando a su paso por las calles, las alfombras lucen esplendorosas, algunos aun cansando, por el desvelo y días de trabajo se olvidan de momento de todo eso, se sacuden el cansancio y se unen a la algarabía , hasta las ceibas están de fiesta lucen mas verdes que nunca. A su paso se escuchan los cuetillos, se contagia la alegría… Momentos después sale en procesión la imagen de la Madre del Resucitado, la cual va a su encuentro como flor que espera la primavera, como alma que persevera en la gracia de Dios…Al pasar por el mercado comunal, algunas de las vendedoras dejan sus puestos para ir a saludar al Resucitado y a la Madre para pedirle su bendición, con respeto y devoción; uno a uno los turnos para llevarlos en hombros se van cambiando, en un relevo donde las sonrisas son evidentes, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos todos participan por igual.
Al llegar el medio día El resucitado se encuentra con la Madre, que alegre y gozosa ve los frutos de la fe…Es un reencuentro con la alegría del que vuelve y la que espera .Han recorrido las principales calles de la Colonia, encontrando a su paso corazones alegres, alfombras de aserrín y de flores, altares de fe, patojos saltando de alegría y un pueblo que alzando a los niños mas pequeños ruega por la paz.
Oxwell L’bu
Fotos cortesía de : Ana Lucia Quiñones & Joselin de Samayoa
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