Ir de callejón en callejón, avivaba la ilusión e impregnaba la emoción…
Quien no recorrió la Colonia de punta a punta, no supo lo que es vivir en un lugar, donde en cada esquina te puedes encontrar con la amistad o ese amor que no esperabas.
En aquellos años, cuando cada callejón era un parque de recreo, las chamuscas de cuadra contra cuadra eran habituales, así como a veces romper los vitrales de una casa y enfrentar el enojo del dueño.
Luego al crecer cuadra a cuadra recorrer y dirigir los pasos a donde la música evidenciaba que había repaso, esas fiestas en las que nadie necesitaba invitación.
O esas tardes, cuando la mamá nos decía: Ya vas a aplanar calles con tus amigotes, no se cansan de andar de Quijotes… Y era así, porque aunque eran cuadras de casitas iguales, siempre encontrabas algo singular, como a una chica a la que le querías hablar, pero era escurridiza como un pececillo en el agua.
Andar de callejón en callejón, hasta encontrarse con el paredón del instituto, donde con tacto diminuto, se pretendía enamorar a las chicas que allí iban a estudiar.
Andar de callejón en callejón, era encontrar la ocasión para aventurar, así como para enamorarse de la vida. Y las mamás tenían razón pues esa vocación de Quijote no se nos quitó aún perdiendo el bigote y no dejamos de aplanar calles, aunque en la suela de los zapatos hayan agujeros.
De callejón en callejón…
Oxwell L’bu copyrights 2024
#coloniaprimerodejulio
#aplanarcalles
No hay comentarios:
Publicar un comentario