“Aquellos patines ruidosos”
“Váyase a otro lado, con esos patines que hacen un ruido del demonio” me decían cuando recién aprendí a patinar y lo hacía de noche y de día.
Aquellos patines de metal y cintas de cuero, que servían para ajustar el patín a los zapatos y tenían ruedas que giraban como cojinetes. Fueron un regalo de cumpleaños de la abuelita, los cuales empaco en una caja café de cartón, la cual forro de papel crepe.
Nadie me enseñó a patinar, pero lo tenía que intentar, recuerdo aquel día, con la llave que traían los ajuste al tamaño de mi zapato, me los coloqué y sin dudarlo me puse de pie, con mucho trabajo para mantener el equilibrio, pero luego de un rato andaba patinando en el callejón de la cuadra, iba y venía como un loco sin freno y más de alguien se quejaba debido al ruido que hacían aquellos patines, nunca me caí, más bien parecían como echos para mis pies. Alguna vez fui con ellos a toda velocidad y tomé la bajada empinada del instituto y de verdad me lo goze. Aquellos patines fueron mis preferidos por muchos años, hasta que llegó la moda de las pistas de patinaje con sus zapatos de bota incorporada y ruedas de poliuretano.
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#patinar
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