“Arco iris de ilusiones”

 “Arco iris de ilusiones”

Al despertar era lo primero de veía y antes de dormir estaban frente a mi…

Aquellos techos de duralita bajo los que soñamos y dormimos, que nos dieron abrigo del sol y de la lluvia; bajo los que soñamos y también imaginamos todo lo que la mente puede recrear.

Fue bajo esos techos de duralita, que transcurrió nuestra niñez, sintiendo miedo en las noches de tormenta, donde el sonido de la lluvia era un trueno que hacía retumbar el corazón y volar a la imaginación, pensando que el mundo se nos venía encima… Pero también fue mudo testigo de nuestras noches de desvelo, pensando en la chica que nos robaba el sueño o que nos poníamos de bohemios a cantar o escribir esas cartas que nunca enviamos.

Ah! Si esos techos hablaran, si pudieran contar cada historia, narrar cada suspiro y hacer con cada latido una nota de canción es seguro que la emoción haría levitar los recuerdos que se empiezan a despertar…

Si, esos techos tienen historia, se conocen de memoria nuestros desvelos estudiando y forjando un presente y un futuro que iba más allá de los límites de aquella península incrustada, donde más de una generación a dado alma y corazón para construir una patria digna.

Esos techos de duralita, donde una flor marchita volvió a florecer en los ojos de una mujer que vio a sus hijos crecer y transformarse en hombres buenos.  Esos techos envejecidos que cuando uno los ve vuelven a rejuvenecer, de la misma forma que uno vuelve a los recuerdos de una niñez donde se soñó con los ojos abiertos y el ímpetu del viento.

Muchas cosas quizás hemos olvidado, pero no ese tejado que magnificaba los sonidos y los sueños y que era como el sol de nuestro despertar y como la luna cuando íbamos a soñar.

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