“Vuelvo allí...”
Vuelvo allí, porque ese lugar fue más que mi barrio o mi colonia, es el lugar donde se escribió mi historia, ese que es recurrente en mi memoria...Vuelvo allí, porque allí encuentro a los amigos de infancia, esos que fueron cómplices de mis travesuras y más de una vez de alguna desventura.
Cómo pata de chucho, vuelvo a aplanar sus calles y veo que algunos árboles no me olvidaron. Escucho los suspiros de las doncellas en la calle amores, veo esas bellas flores, vestidas con falda de escolares y me invade, mi adolescencia con su demencia y por un momento me siento ese susodicho que por esas calles camino, buscando repasos, siguiéndole los pasos a esa niña de mirada fascinante.
Vuelvo allí y me llama la Virgen de mi niñez, vuelvo a llevarle flores, vuelvo de declararle mis amores en ese templo donde se revela de forma amorosa el Creador.
Vuelvo allí, a sus campos empolvados, donde jugamos hasta agotarnos soñando que éramos la estrella del fútbol del momento y si que fuimos felices, en el intento.
Vuelvo a caminar por sus calles y llegó a mi escuela, esa que ahora parece haber perdido más de una muela, porque el tiempo no perdona y se empeña en borrar los pasos de los niños de más de una generación. Allí donde aprendí a leer y donde escribí mis primeros versos.
Vuelvo allí, a mi cuadra, a la casita bonita y me basta con cerrar los ojos, para volver a ver a mis amigos y escuchar sus risas y esa prisa por crecer. Escuchar las historias sin final al caer la tarde, los veo corriendo para ver la seria del Zorro en un televisor blanco y negro.
Vuelvo allí, porque allí conocí la alegría de las cosas sencillas, vuelvo allí porque allí me siento en mi hogar...
Oxwell L’bu copyrights 2019
Vuelvo allí, porque ese lugar fue más que mi barrio o mi colonia, es el lugar donde se escribió mi historia, ese que es recurrente en mi memoria...Vuelvo allí, porque allí encuentro a los amigos de infancia, esos que fueron cómplices de mis travesuras y más de una vez de alguna desventura.
Cómo pata de chucho, vuelvo a aplanar sus calles y veo que algunos árboles no me olvidaron. Escucho los suspiros de las doncellas en la calle amores, veo esas bellas flores, vestidas con falda de escolares y me invade, mi adolescencia con su demencia y por un momento me siento ese susodicho que por esas calles camino, buscando repasos, siguiéndole los pasos a esa niña de mirada fascinante.
Vuelvo allí y me llama la Virgen de mi niñez, vuelvo a llevarle flores, vuelvo de declararle mis amores en ese templo donde se revela de forma amorosa el Creador.
Vuelvo allí, a sus campos empolvados, donde jugamos hasta agotarnos soñando que éramos la estrella del fútbol del momento y si que fuimos felices, en el intento.
Vuelvo a caminar por sus calles y llegó a mi escuela, esa que ahora parece haber perdido más de una muela, porque el tiempo no perdona y se empeña en borrar los pasos de los niños de más de una generación. Allí donde aprendí a leer y donde escribí mis primeros versos.
Vuelvo allí, a mi cuadra, a la casita bonita y me basta con cerrar los ojos, para volver a ver a mis amigos y escuchar sus risas y esa prisa por crecer. Escuchar las historias sin final al caer la tarde, los veo corriendo para ver la seria del Zorro en un televisor blanco y negro.
Vuelvo allí, porque allí conocí la alegría de las cosas sencillas, vuelvo allí porque allí me siento en mi hogar...
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