domingo, 17 de marzo de 2019

“Esas cosas que nos hicieron los días”

“Esa cosas que nos hicieron los días...”
En aquellos tiempo, nada que ver, con un niño aburrido o no saber que hacer una tarde de domingo, porque cada momento era significativo y emotivo.

No, no teníamos tablets, ni computadoras y menos un celular o vide games, esas cosas eran fantasía que veíamos en las series de televisión, como los Jetson’s o en las películas de Star Wars. No era ser rico o pobre, no era el tener juguetes  o carecer de ellos, era cosa de imaginación, de buscar sana diversión y de tener alegría en el corazón.

Pues en verdad, la alegria no la venden en las tiendas, ni los amigos verdaderos están de venta. No diré que aquellos tiempos eran mejores, pero si, que tenían su encanto. Vea usted, nosotros con desechos nos construíamos una patineta, una pelota, espadas para jugar del Zorro etc.  y no era solo hacer el juguete, era la emoción de buscar las piezas, entre todos los de la cuadra, para construirlo y diseñarlo entre todos y luego pasar horas y horas compartiendo el juguete construido.

Por eso no todo es polvo que se lleva el viento, pues hay cosas que se quedan en el corazón y esas son las cosas compartidas, son las sonrisas y carcajadas cuando a prueba y error, poníamos a prueba esos juguetes. No cabe duda que el poner a trabajar la imaginación, trae gozo al corazón.
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viernes, 15 de marzo de 2019

Instituto 1ero. de Julio








“Instituto 1ero. de Julio”
(Una reseña histórica)

Corrían los años 70’s con toda la agitación social en el mundo, el movimiento jipi en los Estados Unidos ante la guerra de Vietnam que parecía no tener un fin; en Guatemala el resurgimiento del movimiento guerrillero a nivel urbano y después del gobierno civil del Licenciado Julio Cesar Méndez Montenegro se sucedían uno tras otro los gobiernos militares. A principios de los años 70’s la Colonia estaba poblada casi en su totalidad, pero aun permanecían sitios baldíos que nadie sabía para que estaban reservados.

Los patojos como siempre hacían su campo de juego de cualquier lugar donde hubiera vegetación y amplitud para correr y saltar, en todos estos lugares se les miraba jugando a excepción de uno, el que estaba localizado en la 8 avenida y 18 calles, bajando rumbo a uno de los lugares particulares de la Colonia, la llamada Isla. El lugar era sumamente grande y en sus alrededores crecía la llamada flor de muerdo que hacía que el lugar a la distancia se mirara como si tuviera una alfombra amarilla y verde. La gente decía que en el pasado este lugar había sido un cementerio y por eso abundaba este tipo de flor, además se contaban tantos mitos y leyendas que los patojos hasta en plena luz del día evitaban el lugar.

A principios de 1972 se empezaron a remover las tierras, mucha gente esperaba que al paso de los tractores fueran apareciendo huesos humanos y cosas así, mas tal cosa hasta donde se sabe no se dio. Poco a poco aquella construcción fue tomando forma antela vista de los patojos y los vecinos, ya para finales del año 1973 las aulas y los salones de usos múltiples estaban terminados, luego se coloco una malla metálica en todo el perímetro de lo que tiempo después llegaría a ser el Instituto experimental de educación básica “Simón Bolívar” en jornada matutina y el instituto 1ero. de Julio en jornada vespertina.

Para el ciclo escolar de 1974 se inauguro el instituto, y tanto el primer director, como sus docentes, se propusieron el impartir una educación de calidad así como el de formar a aquellas primeras generaciones de estudiantes que daría al instituto sus singulares características y un legado que con los años han continuado los nuevos generaciones. Se recuerdan las destacadas participaciones, del instituto, en el programa “Talentos y Puntos” transmitido en canal 11.

Con el paso de los años al instituto se le han ido haciendo algunas remodelaciones, por ejemplo en sus inicios la fachada del instituto se caracterizaba por el color azul en sus paredes, la malla metálica fue sustituida por un paredón de block que rodea el perímetro del instituto.

El instituto siempre tuvo destacadas participaciones, en los desfiles del 15 de septiembre, día de la independencia, tanto en la Colonia, como en el centro de la capital, sus bellas batonistas, siempre fueron motivo de admiración. Por otra parte se recuerdan las múltiples actividades, que organizaba, el entusiasta profesor Abel, principalmente las subidas al volcán.
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jueves, 14 de marzo de 2019

“Cuando La Niña se quedaba con la pelota”

“Cuando la niña se quedaba con la pelota”
Doña Carlota, doña Carlota, por favor nos alcanza la pelota...-Parojos condenados, dejen de treparse en los tejados, váyanse al campo a potranquear, porque la próxima vez, la pelota les voy a pinchar...

Y todos los días era la misma cantaleta y cuando estaban de vacaciones, era peor, pues era amaneciendo y los patojos ya jugando y anochecía y parecía que no se cansaban. Las calles y los callejones eran su campo de recreo, un recreo que se solía eternizar.

Siempre juraban que se irían a jugar al campo, pero es que los callejones tenían su encanto y allí estaban pateando la pelota, hasta que esta se trababa en el tejado o quebraban un vidrio y todos salían corriendo, como si los vecinos no supieran, quiene estaban jugando.

Pero cuando la pelota, caía en las manos de una niña, está a veces no la solía devolver y salía corrriendo con la misma hasta su casa y ni con ruegos, ni letanías la devolvía. Otras veces con ella se aprendía  una nueva forma de jugar y algunas otras pocas veces se hacía integrante del equipo y entonces el juego giraba en torno a ella.
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miércoles, 6 de marzo de 2019

“Aquellos torneos de basketball en la Colonia”

“Aquellos torneos de basketball en la Colonia”
Se jugaba con gana y coraje, pero sobre todo era una oportunidad para reafirmar la amistad...

En aquellos torneos de basketball en la Colonia, se veía la garra y la entrega, nunca faltaba quien, llegara con el musicon, para ambientar la ocasión. Y así al ritmo de música de Queen, The police, Village People y sin faltar la música salsa, se disputaban los encuentros, donde las flores de la colonia con su belleza, animaban a los jugadores.

Aquella era una oportunidad para reunirse en un ambiente sano, donde la juventud compartía. Los encuentros se solían realizarse, en las canchas de basketball que están en la parte de atrás del mercado y donde también estaba, la estación de los autobuses de la empresa EGA.

Para asistir, no se requería de invitación, era algo así, como en los repasos, que corrían de voz en voz y cuando mirabas era una multitud de jóvenes y buscando la ocacion para pasarla bien y hacer deporte. De aquellos equipos surgieron incluso jugadores para la selección, pues jugaban poniendo el corazón.

Algunos años después, cuando tuve la oportunidad de ver al trío mágico, conformado por Michael Jordan, Pipen y Rotman, evoqué aquellos encuentros de la Colonia, donde quizás la diferencia, era que estaba la televisión y una fuerte inversión respaldándolos.
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