. "De Corbatas, Parrandas y Algo Mas..."
Cuando a uno le gusta parrandear, le facinal bailar y no tiene para pagar la copa en el bar, uno se las tiene que ingeniar, esa es la historia que les voy a contar.
Entre la muchachada, siempre hay algunos a los que se los lleva la ,tostada, porque se tardan en crecer, las chicas no les pasan balón por su planta de niños y en los bailes son los mirones, por eso de la estatura. Pero llega el dia en que sedan el estirón, les aprieta, en el tiro, el pantalón y anda como un pabellon...Aprenden a baiilar a fuerza de mirrar y con las doncellas más bellas se suelen empatar.
Por aquéllos años, en los que a bishoras de la noche, se podía sin peligro caminar, por las calles de la capirucha y se podía ir a parrandear después de una ducha. Por ese tiempo irce de parranda era la obsecion,de aquel par de susodichos, que para darle cause a sus caprichos, recurrían a cada ocurrencia, que rayaba en la demencia.
Era la misma letania cada fin de semana: Ni se van lejos patojos, y allí avisan a donde van...Y si avisaban, pero sin dar detalle de donde andarian. El ceremonial de siempre, luego de del a ducha, un poco de loción del papa, la camisa con el cuello almidonado, el pantalón con el quieble impecable, el saco sin arrugas, los zapatos relucientes y un par de corbatas por eso de las dudas.. Luego una cajita vacía la cual pasaban a envolver con papel de regalo con una enamorada, que hacía las veces de Ada. Se colaban en la camioneta, luego treansbordaban en otra hacia la mentada Zona Viva.Allí se dirigían a los elegantes hoteles, esos donde los cócteles son de de precios prohibitivos y donde anda la gente de "clase" esa que no se involucra con la chusma y que tiene gusto por las cosas exclusivas.Allí los mentados susodichos veían en la entrada, donde anunciaban las parrandas, escogían al hazar, algunas veces los corrían del lugar, pero otras tantas más corrían con mejor suerte, pues resultaban mejor atendidos que los invitados o se empezaban con la quinceañera. Su aspecto pulcro, su trato amable y el regalo de ley, hacia que algunos se preguntaran: ¿Y ha estos quien los invito? Pero al final todos asumian, que deberían de ser amigos de un amigo, o un pariente.
Después de parrandear y bailar como condenados, se le habría el apetito y algunas veces la mentada fiesta exclusiva tenía de todo, menos algo decente que comer.
Así que al salir del mentado hotal, les tocaba caminar hasta la 18 calle, para poder abordar el transporte público, pues en la zona viva, nel pastel, allí en taxi o en la propia nave..
Luego de caminar y caminar, se venían a toparr, con las funerarias, allí era cuando don ingenio dejaba de haserce el maje y se ponía a trabajar, se cambiaban la corrbata, por una negra que siempre cargaban en la bolsa, se peinaba y ponían cara de condolencia y ,con pasiencía, escogía a donde ir a dar el pesame, por otro susudicho que no conocían ni de capricho, con respeto y educación daban el pésame a los deudos (Sabían por lo menos el nombre, dado que este se anunciaba justo en la entrada) se persignaban, frente al difunto y luego esperaban, a que pasarán el consome, el café y los panitos.En la esperea nunca faltó el osbservar al os que daban el "Beso de sepelio o funeraria" que se paecia al beso de Judas, solo que este se lo daban a la viuda.
Oxwell L'Bu copyright 2015
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