***En Aquella Fiesta…***
Asistí aquella fiesta
sin invitación…
Cargando una cajita vacía
decorada de papel fantasía.
con la intensión de ir a bailar,
sin saber que allí al amor iba a encontrar.
De traje completo,
...
camisa impecable
y corbata azul;
Fue sencillo entrar
a aquella fiesta,
en medio de la confusión.
La gente me veía,
preguntándose:
¿Y a este quien lo invito?
Pero todos suponían,
que era amigo del amigo
de alguien que nunca llego.
Yo te mire…
Contemplando esos ojos
como carambolas me cautive,
casi me animé a sacarte a bailar,
pero eras la chica más popular,
preferí esperar.
Sin ser un carita o un catrín,
pero si un consumado bailarín,
saque a bailar a unas de las chicas,
que no dejaba de moverse en su lugar
y al rato todos nos empezaron a mirar.
Sin ser invitado me sentí
el huésped más apreciado,
en la mesa donde me senté
no faltó la comida,
las bebidas y la compañía,
Pero tú ni me volteabas a mirar.
En la primera oportunidad,
te invite a bailar…
Estabas radiante, eras en
ese jardín la rosa más hermosa
y bailabas con la gracia
de una mariposa.
Pero luego de la primera pieza,
me dijiste que te necesitaba sentar,
yo te lleve a tu mesa,
un tipo llego con una cerveza
y sin palabras me mando a volar.
Yo seguí bailando,
sentía a tus ojos mirando
y francamente yo ya no
podía apartar mis ojos de ti,
¿Fue como un embrujo?
No lo sé, solo sé que produjo algo en mi.
Con el mentado tipo,
te pusiste a bailar….
Y luego de un momento
sin pensarlo dos veces,
me acerque y ahora
fui yo el que lo mando a volar.
El resto de la noche bailamos
y sin palabras nos dijimos
tantas cosas…
Nos dejamos llevar por la música
y ese algo que empezaba a nacer,
nos hicimos cómplices de un sentimiento.
Aquel tipo no dejaba de fastidiar,
hasta que lo pusimos en su lugar;
la noche era nuestra
era como si en aquel salón,
estuviéramos solo tú y yo,
bailando bajo la luna.
Sentimos una mutua atracción,
algo parecido al magnetismo
de dos polos opuestos que se atraen,
como dos superficies pegadas con superglue,
como la gravedad que te mantiene
atado al suelo.
Poco a poco todos se empezaron a ir,
nosotros no nos queríamos despedir;
yo me moría por darte un beso,
sentirte tan cerca, respirar tu aliento,
era como llevar a un niño a una dulcería,
donde solo podía mirar…
Tú dijiste: -Me tengo que ir
Fue como si empezara a morir
o como alguien que lo despierta
el reloj a las cuatro de la mañana,
de un sueño del que no se
quiere despertar.
Tú pusiste un beso en mi mejía,
yo me quede frio como el acusado
que en la corte acaba de recibir su condena;
quise gritar ¡No te vayas nena!
Pero las palabras se quedaron ahogadas
en mi garganta.
Luego reaccione y detrás de ti me fui,
pero el carro donde ibas,
había emprendido la marcha…
Yo corrí pero fue en vano
y con un dejo de tristeza,
vi como el carro entre la neblina se perdía.
Con un dejo de desencanto,
empecé a caminar….
Silbando la última canción
que bailamos, de tu carita
de niña me empecé a enamorar,
sabiendo que no te volvería a mirar.
Me recrimine una y otra vez
el no haberte preguntado,
por tu número de teléfono,
aun así me dije que movería
cielo y tierra para volverte
tan solo una vez más.
Eso iba pensando,
cuando un vehículo en mi
camino se cruzo…
Eras tú te bajaste y de improviso
en la boca me besaste,
poniendo una nota en mi mano.
Así comenzó aquella historia,
que dejo una huella en mi memoria,
que aun las olas del tiempo,
no han logrado borrar,
pues no pierdo la esperanza
de un día volverte a encontrar.
Oxwell L’bu Copyright ©2012
Imagen: Internet