“Las Ilusiones de los Patojos”
Paseando por la sexta avenida, cuando se iba a sextear, se veía a los patojos soñando tras las vitrinas de los almacenes…Fantaseando con los juguetes, que una y otra vez veían, en los anuncios comerciales de televisión. Pero que pasaban a ser artículos prohibitivos debido a su precio, más ellos sin ha ...cer ningún despreció, zampaban la carrera y se iban a jugar….
La madre de Carlos Alberto al ver lo ilusionado que era con los juguetes, pensaba: -Si así es con los juguetes, como ira a ser este cuando crezca, re ilusionado con las patojas, que con la primera chorreada que encuentre se va a quedar. –No, replicaba la abuela _Porque los que sueñan con los ojos abiertos, no se desbarrancan porque están viendo a donde van.
En los setentas tener televisión era un lujo, que no todos podían costear, la trasmisión y los receptores era en blanco y negro, se contaban con solo tres canales que transmitían durante el día, empezando por lo regular a eso de las 9 de la mañana y cerrando programación a eso de las 11 de la noche. Los programas se veían por turnos, después de las tareas y colaborar en las cosas de la casa, los patojos se salían a jugar o se ponían a ver sus caricaturas o las series que estaban en moda en aquel tiempo: “El Planeta de los Simios”(The Planeth of The Apes), “El Hombre Nuclear” (The Six Million Dollar Man), Las Aventuras del Viejo Oeste con Johny West, El Zorro y en fin. Luego venia el turno de las mamas y las abuelitas con sus novelas y al llegar los papas, las series de televisión y películas que usualmente transmitía el canal 3(El Supercanal).
Para los patojos de aquel tiempo, las corcho latas de las gaseosas o aguas y los trocitos de madera eran sus “legos” con los que armaban y desarmaban todo aquello que les dictaba su imaginación. No faltaban los que se iban al barranco a conseguir arcilla de la buena y con piezas de alambre formaban los juguetes que con su presupuesto no podía comprar y luego lo ponían a hornear en la estufa. Llegar a tener una autentica pelota de futbol numero 5 era de muchos la mayor ilusión, pero lo mismo eran felices corriendo tras una pelota plástica, que de vez en vez iba a parar al tejado de la señora amargada de la cuadra, que no permitía su recuperación, mas no por eso se acababa el juego, pues cambiaban a cualquier otra cosa y al día siguiente se les miraba haciendo “el ajustón” para comprar otra.
Los patojos recibían usualmente regalos, para navidad y su cumpleaños, los cuales aun que raras veces respondían a sus expectativas, si lo hacían a sus necesidades. Quizás crecieron desenado cosas, pero nunca les faltaron amigos, ni la imaginación para hacer de cualquier ocasión la mayor de sus aventuras.
Oxwell L’bu
La madre de Carlos Alberto al ver lo ilusionado que era con los juguetes, pensaba: -Si así es con los juguetes, como ira a ser este cuando crezca, re ilusionado con las patojas, que con la primera chorreada que encuentre se va a quedar. –No, replicaba la abuela _Porque los que sueñan con los ojos abiertos, no se desbarrancan porque están viendo a donde van.
En los setentas tener televisión era un lujo, que no todos podían costear, la trasmisión y los receptores era en blanco y negro, se contaban con solo tres canales que transmitían durante el día, empezando por lo regular a eso de las 9 de la mañana y cerrando programación a eso de las 11 de la noche. Los programas se veían por turnos, después de las tareas y colaborar en las cosas de la casa, los patojos se salían a jugar o se ponían a ver sus caricaturas o las series que estaban en moda en aquel tiempo: “El Planeta de los Simios”(The Planeth of The Apes), “El Hombre Nuclear” (The Six Million Dollar Man), Las Aventuras del Viejo Oeste con Johny West, El Zorro y en fin. Luego venia el turno de las mamas y las abuelitas con sus novelas y al llegar los papas, las series de televisión y películas que usualmente transmitía el canal 3(El Supercanal).
Para los patojos de aquel tiempo, las corcho latas de las gaseosas o aguas y los trocitos de madera eran sus “legos” con los que armaban y desarmaban todo aquello que les dictaba su imaginación. No faltaban los que se iban al barranco a conseguir arcilla de la buena y con piezas de alambre formaban los juguetes que con su presupuesto no podía comprar y luego lo ponían a hornear en la estufa. Llegar a tener una autentica pelota de futbol numero 5 era de muchos la mayor ilusión, pero lo mismo eran felices corriendo tras una pelota plástica, que de vez en vez iba a parar al tejado de la señora amargada de la cuadra, que no permitía su recuperación, mas no por eso se acababa el juego, pues cambiaban a cualquier otra cosa y al día siguiente se les miraba haciendo “el ajustón” para comprar otra.
Los patojos recibían usualmente regalos, para navidad y su cumpleaños, los cuales aun que raras veces respondían a sus expectativas, si lo hacían a sus necesidades. Quizás crecieron desenado cosas, pero nunca les faltaron amigos, ni la imaginación para hacer de cualquier ocasión la mayor de sus aventuras.
Oxwell L’bu
No hay comentarios:
Publicar un comentario