miércoles, 19 de enero de 2011

*** ¡Quien te enseño a Besar!***

*** ¡Quien te enseño a Besar!***


Caminabas por esas calles sin nombre,
con las calcetas escolares arremangadas
a los tobillos para lucir tus piernas…

Yo te seguía, como embrujado por
el vaivén de tu falta que apenas
dibujaba tus formas de mujer…

Me invente cualquier historia
para entablar conversación…
Y tú sin ninguna discreción,
delante de todos me mandaste
a volar…

No supe como levantarme
de aquella primera caída,
yo iba seguro de mi vuelo
sin llevar paracaídas…

Y me dejaste allí…
Solo como un del fin en el desierto,
solo como un pianista sin concierto,
solo con este inmenso desconcierto,
solo sin saber que hacer…

Me sentía como un idiota…
Burlado por una niña que
aun no llega a mujer…

Pero me tome 24 horas para
sobre ponerme…
1440 minutos para no vencerme,
86,400 segundos para ensayar
mi nueva estrategia…

Al día siguiente, ya no te seguí,
te espere en la esquina en donde
esperas siempre el autobús.

Sin decirte nada subí por la puerta de atrás,
espere para ver donde te sentabas,
luego me senté junto a ti…

Con tu mirada esquiva…
Y esa expresión en tu rostro…
Clausurabas cualquier salida,
anulando las posibles soluciones
a esta ecuación…

Así desarmado me quede callado,
en un silencio molesto…
Un paredón de hielo se interpuso
entre los dos…

Luego tú me preguntaste ¿Qué hora es?
Yo te dije falta un cuarto para las tres,
me quede callado…
Mas el flechazo era eminente…

Mis ojos buscaban los tuyos
y tú los premiabas con una sonrisa,
poco a poco ahora sin prisa,
el amor se resbalaba por una carniza.

Minutos después…
Tomaste tus libros y te bajaste,
no sin antes decirme te espero
mañana en el lugar de siempre.

Poco a poco fue surgiendo entre
los dos una especie de complicidad,
fue como si la vida se confabulara
a nuestro favor…

Y un día surgió el amor…
Sin cálculos ni protocolos,
yo te bese…
Y en ese beso tocaste mi alma,
llegando hasta mis huesos,
haciendo a todo mi cuerpo estremecer.

Hoy no te lo digo como pregunta,
si no más bien como admiración…
¡Quien te enseño a besar!

Pues yo nunca pude imaginar
que con un beso tú cambiaras
así mi vida…
Llenando de tantas cosas mí existir,
que hoy sin ti no se vivir…


Oxwell L'bu
Foto: Internet

lunes, 17 de enero de 2011

“El Rapto del Niño”

“El Rapto del Niño”


(Costumbres de Guatemala)

Como por arte de magia, un día sin saber, ni como, ni cuando, la imagen del niño Jesús, desaparecía del nacimiento a la vista de los pastorcitos de arcilla y los paisajes simulados, impregnados de aromas a manzanilla, musgo y aserrín…

No pocas veces “El rapto del Nino” se daba con la complicidad, de alguno de los miembros de la familia… La mama afligida, por la desaparición del niño, salía a las calles a pregonar el “Rapto” de la imagen, con la esperanza que alguien le diera, el paradero de donde se encontraba o de quien sería el raptor…

Dicho rapto solía acontecer, en los días posteriores a la navidad, o aprovechando la confusión, debido a la entrada y salida de la gente de las casas, dando el abrazo de año nuevo o en una de las fiestas que se organizaban, para la navidad o bien para despedir el año. No pasaban muchos días, para que en una nota, puesta con cautela debajo de la puerta.los raptores, sin identificarse, enumeraran las condiciones para la “Entrega del Nino.”

Endicha note, solía solicitarse a los dueños de casa, el permiso correspondiente, para organizar la fiesta o repaso, que mas bien la razón, por la que se “Robaban al niño”. A los pocos días, los raptores, nombraban un “mensajer@” el/la cual pactaba con los dueños de casa, el “Protocolo de entrega” que incluía, la fecha y hora para la entrega, que el “Niño” fuera entregado con vestido nuevo (Ya que era la costumbre, que la imagen estrenara ropa nueva cada año nuevo), en una bandeja decorada con flores o frutas, se solían hacer acuerdos, en cuanto al refrigerio y comida que se serviría en la fiesta, que usualmente incluía, tamales , ponche, panito y café, así como algunos otros tipos de comida, refrescos en fin. Era opcional para los dueños de casa, el cooperar con los gastos de la fiesta de entrega del niño.

Dichas entregas solían pactarse durante el periodo, del Día de Reyes (enero 6) al 2de Febrero día de la Candelaria. Una vez realizados los arreglos correspondientes, llegaba el día de “La entrega del Nino” al cual tanto invitados y colados, asistían por igual. De la casa de los raptores salía, la pequeña imagen, en una especia de procesión donde no faltaban los patojos retozando, las muchachas y muchachos acompañando a los captores, en un ambiente de fiesta y alegría. Más adelante, quemando cohetillos y gritando “Allí viene el niño” se veía a los cómplices del plagio…

Al llegar a la casa, ya una muchedumbre acompañaba a aquella procesión, más los que esperaban adentro. Siguiendo “El Protocolo de Entrega” se hacía entrega de la imagen, a los dueños, los cuales hacían el reconocimiento del niño, luego era entregado al más joven de la casa para fuera colocado en el nacimiento, junto a José, María y los Reyes magos. Para entonces los captores, procedían a pronunciar “El discurso del Perdón”, luego del mismo los dueños de casa, lo concedían, no sin antes imponer, alguna “Penitencia” la cual iba, desde comerse un tamal súper enchilado, luego un vaso de ron y especies, hasta tener que realizar algo gracioso. Después se procedía a realizar el rezo del último día de la novena, con la participación en primera fila del o los captores, así como de sus cómplices. Concluido el “protocolo de Entrega” se daba inicio a la fiesta o repaso. Todo aquello en un ambiente familiar, donde los vecinos del lugar, aprovechaban para estrechar esos lazos de amistad, que a través del tiempo y la distancia los sigue uniendo, sin atarlos…

Oxwell L’bu

sábado, 1 de enero de 2011

“Aquellas Manías de Fin de Año”

“Aquellas Manías de Fin de Año”


El año viejo empezaba a menguar, abriendo un velo de esperanza…En las calles el olor de pólvora de los cohetillos se mesclaba con los aromas de las fiestas de fin de año y más de uno le sorprendía las doce fuera de casa, pera darle vida al estribillo de aquella vieja canción: “Faltan cinco pa’ las doce el año va terminar, me voy corriendo pa’ casa abrazar a mi mama…”

Pero aquellas fiestas para despedir el año llevaban en su esencia una letanía de manías que solo Dios sabe quién nos las heredo… Pero eso sí, todas eran realizadas con ese toque de solemnidad y humor que caracteriza a los hijos de la tierra de la “Eterna Primavera”. Desde preparar las doce uvas para cuando den las doce, o comprar con antelación la ropa interior del color que mejor refleje los augurios para el nuevo año; otros preparando el vestido nuevo para la imagen del niño Jesús… Los papas echando pino en el piso, para que se impregne el olor en toda la casa, las mamas ultimando los detalles de la cena, los tamales, el ponche, el lomo relleno, la pierna horneada, el champan, las velas y por supuesto ese pan, que llamamos torta con fruta cristalizada, pasas y ese sabor tan delicioso…Los muchachos con sus discos de acetato en el brazo con los últimos éxitos en ingles y español, las muchachas revistiendo su belleza con atuendos, los patojos con sus cohetillos y canchinflines listos pa’ guerrear con los de la cuadra.

Con fiestas en todas partes para colados e invitados, con abrazos a granel, ponche con piquete y ese calor que entibia la última noche de diciembre, se despide el año y van quedando atrás las alegrías y tristezas, los recuerdos chocan con las nostalgias para develar el presente, en el alma y en la mente se tiene presentes a aquellos que han dado ese salto a la eternidad y en las cenas y reuniones se escuchan viejas y nuevas canciones, que luego se hacen callar cuando alguien alza su copa para brindar.

Todo eso y más pinta aquella despedida, que es a la vez bienvenida…al día siguiente, los que consiguen madrugar a eso de las 10 de la mañana encienden la televisión para admirar las carosas del “Desfile de las Rosas”, los patojos recogiendo los cuetes que no explotaron, los muchachos preparándose para salir en estampida al centro de la ciudad, luego de leer el periódico como si fueran zurdos de atrás hacia adelante, buscando las carteleras de los cines. Y así al medio día, después del saludo y abrazo de año nuevo, la muchachada de la Colonia salía en caravana a las diferentes salas de cine de la ciudad, pues nadie sabe por qué razón los chapines tienen ese gusto y obsesión de ir al cine cada inicio de año.

Y así ese primer día de enero, en una especie de romería, se veían las calles del centro abarrotadas de chicas y chicos haciendo largas colas en las afueras de los cines o yendo de avenida en avenida buscando el cine Lido, Los Capítol. El Cine Lux, el Tikal, el colon. En fin ya adentro de la sala, no faltaba quien soltara un canchinflín o quemara un cohetillo, así como algunos que ante la prohibición de entrar comida a las salas de cine, se las ingeniaran para entrar una piza dentro del vestido de una muchacha, haciéndola pasar como mujer embarazada, o aquellos que entraban siendo amigos y salían siendo novios…

Quizás hay cosas en esta vida, que se hacen sin razón, por manía, o costumbre, mas lo cierto es que dejan recuerdos cuyas huellas el mar del tiempo no consigue borrar, pues cuando las recordamos, se nos dibuja una sonrisa y nos dejan un sabor rico en el paladar.

Oxwell L’bu
Foto: Internet